jueves, 21 de julio de 2011

Hi, California! Greetings from Madrid



To the anonymous reader in Mountain View. 


(Sometimes I wonder if he's able to understand just half the alusions and references I make every day. I reckon I couldn't do the same if I were to read something equivalent). 

miércoles, 20 de julio de 2011

Set this boat on fire.




Creo que me está sentando medio mal esta primera mitad del verano, sin vacaciones todavía y con la sensación de que la vuelta en septiembre va a ser más dura que de costumbre. Además, por motivos que nadie había previsto hasta hace cosa de una semana. 

Pintan bastos, hermanos. Tendremos que apretarnos más. Pero esta vez es imprescindible pegar fuego a algo. Deseo que ese barco en el que (dicen) estamos todos también salga perjudicado. Basta ya de hacer de galeote. Quiero que estalle la santabárbara. Y los dos mascarones de proa, Aguirre y Figar, se tuesten un poco. 

En todo caso, lo que sí necesito es descansar. Procuraré no escribir nada en este blog durante unas tres semanas. A ver si lo consigo y doy un respiro a los pobretes que me siguen.

Hasta dentro de nada. 

martes, 12 de julio de 2011

Cercanía de las flores.


Hace una semana descubrí flores atadas a una farola cercana a mi casa, junto al paso de cebra por donde suelo cruzar. También habían pegado fuertemente la foto recortada de un hombre de unos cuarenta años. Por su aspecto y por la banda con letras doradas supe que era rumano. A los pies, como recuerdo del accidente, media docena de cirios se iban apagando con las arremetidas de la brisa matinal.

El choque debió de ser salvaje. Todavía quedaban vidrios rotos y algo oscuro que habían enjugado con serrín y se secaba al sol de la mañana. Algunos comentaban: "Iba a 110 por hora. Lo ha desplazado hasta allí, cerca del semáforo. Era un chico joven con el carnet recién sacado".

Me fui de la zona de cotilleo porque empezaba a ganarme esa sensación de desasosiego tan común cuando estoy ante algo inmanejable (y quienes lo manejan están inválidos para la aceptación de sí mismos, por lo que tampoco confortan el ánimo espantado: se limitan a cuantificar o exhiben el repertorio de posturas manidas).


Pasos más allá, la ciudad permanecía exactamente como se esperaba, con la circulación indiferente, las gentes tan vulgares como de costumbre, los colores del verano aprendiendo a acentuarse por el calor venidero. 


Hay una suerte de melancolía hastiada en estos inicios del ardor. Será que el cambio de temperatura desconcierta los sentidos. O hace que las ideas dejen de someterse al sentido riguroso de la vigilia. 


Como esos adolescentes que se besan y se besan y siguen en esa especie de empleo en que convierten el besar cuando se suponen observados por todo el que pasa. Simplemente por ser dos fundidos en el mismo hecho, sin placer ni excitación. Ideas alargadas hasta el sinsentido.

Las flores y los cirios siguen junto a la farola. Algunos se apagan con el viento. No llevo mechero y paso de largo, sin mirar demasiado, ahora que no puedo hacer nada.

viernes, 8 de julio de 2011

Versiones imperfectas.



Mientras revisaba versiones del "Sólo pienso en ti", de CRAG, una deliciosa canción que retenía en sueños de mi infancia tardía, venía pensando en la posibilidad de que la versión logre superar el original. 

No creo que haya habido pugna más artera y terca en la historia de la cultura occidental que nuestra obsesión por mejorar al Homero, al Plauto, al Cervantes. ¿Acaso no la hemos construido sobre cientos, miles de revisiones y variantes de los temas básicos que desde Gilgamesh nos golpean la conciencia una y otra vez? 




Todo para concluir que los modernos no tienen la altura necesaria, que tal versión no mantiene el pedigrí, que si nos retraemos a la fuente la vida guarda otro sabor más intenso, que, en fin, nadie superará los montes de antaño con tan escasos dones materiales. 



Pero nadie me puede negar que la columna de comentarios posteriores a cualquier auto canónico lo enriquecen y preservan, lo ensanchan y desvirtúan, lo travisten de modernidad cuando al cabo es tema más viejo que el mundo y todos hablamos con las mismas sílabas que nos enseñaron a balbucear. 

En definitiva, "en tanto que de rosa y azucena/ se viste la color en vuestro gesto", ¿es Horacio, Ausonio, Petrarca, Garcilaso? 

Y "no puedo/ captar tu sonrisa/ plasmar tu  mirada/ pero poco a poco/ sólo pienso en ti/ sólo pienso en ti... ¿A qué cuenta lo cargamos? ¿Qué magdalena nos sabe mejor?

martes, 5 de julio de 2011

Pasiones.

Según lo veo, el fenómeno es asunto de sensibilidad. Y está más extendido de lo que pensaba hace no mucho. 

Me refiero a mi gusto por la música antigua, pongamos de mitad del siglo XVIII hacia atrás, o por la contemporánea. Estos últimos años me he ido topando con unas cuantas personas que compartían estas aficiones. 

Intuyo que obedece a una sencilla razón: búsqueda de otros lenguajes. En efecto, la sonoridad de la música clásica, entendida como lo típico que se escucha en las grandes salas de concierto y que se refiere sobre todo al romanticismo y poco más, no me satisface en absoluto. 

Parecerá esnobismo, pero prefiero veinte veces algo de menor "calidad", digamos, o más primitivo, tocado con instrumentos de la época (o sus reconstrucciones actuales, claro) que el conciertazo relamido de costumbre. Afecta más a mi sensibilidad actual. Parece menos esclerotizado, más vivo. 

Eso, a pesar de que haga casi quinientos años de la muerte de su autor. A que los instrumentos con que se interpretaba ya no existan sino en grabados y fachadas de catedrales. O, en el caso de la música contemporánea, a que haya que educar el oído para acceder a las disonancias, a veces estentóreas, de más de cuatro composiciones. 

Pero en todo ello hay vida. Algo me afecta cuando escucho a Mateo Flecha el Viejo o a Beat Furrer. Me exigen atención; no halagan un sentido estético convencional que tenemos tan interiorizado como para creerlo único. Y ésa es la tiranía: la del "buen gusto", la de "eso no es música", la de "cómo puedes escuchar esos rollazos antiguos".




Pues bien: proclamo que, en estos momentos de decadencia del pop y de agotamiento (relativo) del discurso academicista y biempensante, hay que buscar otras vías. No digo que las que a mí me interesan sean las únicas, porque otros universos sonoros habrá con rigor e interés. Sin embargo, es cierto que éstas me ofrecen una gran variedad de intérpretes y composiciones en buena medida desconocidos.


Y ahora mismo es un buen momento para aprender. ¿O no?